Sin darle tiempo siquiera de reaccionar al agente enemigo, me acerquè callado al mismo y zaaz! que la desplumo, el enemigo alejòse muy asustado y con una pluma de menos, supongo, que a informar al cuartel del ataque. Yo me alejè satisfecho, con la pluma en el hocico y sin ninguna descarga en mi cabeza que reportar.

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