Hace unas semanas mis distraìdas bìpedas se dieron cuenta que ya hacia un rato no estaba yo en la recàmara con ellas y que no hacìa yo ningùn ruido, eso no les diò ninguna confianza, me llamaron y no acudì (lo cual no es raro pues suelen interrumpirme para puras babosadas, asì que a veces las mando por un tubo).
Por mera curiosidad de ir a ver que estarìa destruyendo una de ellas se levantò a ver...y se encontrò con que el fuerte viento habìa abierto la puerta del apartamento. Mi estatus automàticamente paso de "menor infractor" a "desaparecido".
Luego del golpe de adrenalina corriò mi madre a la puerta ya preparada para buscarme por toda la unidad y tratando de no pensar en las funestas posibilidades de mi escape ( y es que a veces simplemente abren la puerta y me les escapo corriendo). Abriò y allì estaba yo sentadito bien tranquilo, con la cabeza de lado y una sonrisa en la cara, ah, y con la nariz llena de polvo.
Me perdì solito al menos cinco minutos.
A dònde fuì? es secreto, solo dirè que un gordito muy simpàtico me pidiò que recordara estos nùmeros: 4, 8, 15, 16, 23, 42.
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