Pues sì, despierto el sàbado justo cunado llegò la señora que nos ayuda con el quehacer y nos cocina para la semana, la quiero mucho y ella a mi tambièn.
En fin, ella empieza a cocinar y yo muy pero muy atento, hago como que quiero aprender a cocinar pero en verdad lo que espero es que algo se le caiga para comèrmelo. Como nada se le caìa, descubrì, en mi inmensa ociosidad, el dispensador de bolsas de basura. OOOOOOOH, cosa màs grande, caballero!
El proceso es el siguiente, se jala la bolsa de plàstico, se saca, se hace sòlo un poquito de ruido y....se sale corriendo como loco con la señora de la limpieza y la abuela atràs, se voltea uno para verificar que vengan detràs y que no se atrasen (son algo lentas las pobres), mientras se espera, se puede azotar la bolsa o empezar a mordisquearla para dejar pedazitos por todos lados ( son altamente decorativos) y reiniciar la carrera. Cuando uno las deja alcanzarnos, ellas nos quitaràn la bolsa diciendo: "los niños no deben jugar con plàsticos, es muy peligroso" ( lo que sea que eso quiera decir) y se procede a sacar otra bolsita.
Es un juego altamente recomendable y muy entretenido, tanto que lo hice (mi mamà llevò la cuenta pues, al igual que a mi, le parecìa divertidìsimo ver a aquel par correteàndome y a mi toreàndolas) 14 veces!
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